El ámbito natural de la Escultura es el exterior, en espacios comunitarios calles, plazas, jardines..., en contacto directo con el pueblo, estableciendo por un lado unas coordenadas espaciales dinamizadoras del lugar donde se coloca, añadiendo un valor cultural a la trama urbana en la cual se sitúa, siendo referente plástico de una época o un momento histórico determinado. La escultura en estos ámbitos va a ser testimonio corpóreo de un momento cultural que da lectura y ubicación al pensamiento estético de una época.
Por otro lado, la presencia de la escultura, en la calle, de cara a muchos ciudadanos ajenos a los espacios expositivos, va a realizar también una función didáctica -por lo menos en una primera fase-, habituando la retina a formas contemporáneas reflejo de un tiempo en el cual se vive. La asimilación cultural no suele ser inmediata y hace que la obra colocada, poco a poco, se vaya sedimentando en el ámbito público hasta integrarse plenamente en el espacio situado y en la percepción ciudadana que, al final, lo adopta como propio dentro del paisaje espiritual de la ciudad.
Otra cuestión sería establecer una escala de valores estéticos con relación a la elección de obras situadas en la calle, pues no todos los volúmenes que se colocan tienen la calidad suficiente como para tener una presencia definitiva en estos espacios. Habría que dejar la selección de estos temas en manos de expertos, tan sencillo como dejar lo referente a la salud en manos de un especialista. No es la primera vez que pueblos vacíos de presencia escultórica se llenan, sin criterio, de pedruscos y hierros con intencionalidad escultórica en aras de la buena intención, de políticos deseosos de dotar a sus espacios de una presencia cultural pero sin asesoramiento profesional en la materia, por lo que han terminado ahogando lugares con posibilidades con presencias nulas de auténtica contemporaneidad.
Para la adquisición del patrimonio artístico de un pueblo hay tres grandes bloques. Primero, la designación directa de un autor cuya obra prestigie un ámbito determinado.
Segundo, el concurso restringido en función de un espacio que se realiza con profesionales de notable trayectoria y con un jurado cualificado de expertos en el tema.
Tercero, concurso abierto también con un jurado de profesionales. Insisto en lo de jurado de profesionales porque no es la primera vez que la suma de concejales, secretarios y toda clase de profesiones ajenas totalmente al tema estético a dilucidar sobrepasa teniendo la misma calidad de voto al de los auténticos profesionales en la materia.
Dos grandes bloques diferentes definen la presencia de la escultura en la calle, la integración definitiva de esculturas en la trama urbana o las exposiciones temporales que acercan al ciudadano a una serie de obras por un tiempo determinado.
Cabe destacar como un auténtico hito la experiencia llevada a cabo en Santa Cruz de Tenerife en el año 1973 por un grupo de jóvenes y entusiastas arquitectos que, a través de su Colegio de Arquitectos, organizaron la "1 Exposición Internacional de Esculturas en la calle" con la presencia de lomas representativo de la escultura internacional: Henry Moore, Alexander Calder, Amaldo Pomodoro, Marino Marini... y, de la Escuela Vasca de Escultura, estuvimos Néstor Basterretxea, Remigio Mendiburu y yo.
También cabría recordar el concurso internacional realizado por Autopistas del Mediterráneo en 1974, que dotó a la autopista entre Barcelona y Girona de veinte obras premiadas, instaladas en las áreas de descanso que surgen en el recorrido de esta vía
En un ámbito más cercano, en San Sebastián tuvimos en el año 1969 la Primera Bienal Internacional de Escultura, que tuve el honor de ganar con la obra titulada "Estela" y que fue colocada el 20 de enero de 1970 en la Plaza del Centenario de San Sebastián. En la siguiente edición, ganó Nestor Basterretxea con su escultura "Homenaje a Pío Baroja", situada en los jardines del mismo nombre en el barrio del Antiguo. Después de estas dos bienales hubo un paréntesis y, años después, se volvió a recuperar con la edición en la que resultó. ganador José Ramón Anda con su obra "Zeharki", colocada en los jardines de Ondarreta. En la siguiente edición ganó Nino Barriuso, cuya obra nunca llegó a ser colocada; y, después, otra vez el silencio hasta nuestros días. Existen también, en este sentido, recorridos escultóricos en Vitoria y Bilbao, donde recientemente el escultor Vicente Larrea acaba de colocar una de sus características obras delante del Palacio Euskalduna.
En lruñea tenemos un interesante espacio, la Ciudadela, en el que se han ido integrando esculturas desde hace más de veinte años, siendo la última colocada "El Odiseo", de Jorge Oteiza, obra que requiere una restauración de pintura. Otra experiencia importante y reciente es la del campus de la Universidad Pública de Navarra, campus magnífico realizado por el arquitecto Sainz de Oiza, espacios amplios, equilibrados, con respiros entre los diferentes departamentos con una cuidada jardinería y arbolado de la cual emergen una importante colección de esculturas al aire libre Tolosa, cuna de innumerables actividades culturales, ya venía realizando anualmente una muestra temporal de escultura al aire libre en el patio del Colegio de las Religiosas francesas, en el Paseo de San Francisco . Es en el año 1994 cuando toma forma una vieja idea acariciada por sus organizadores: colocar esculturas en ámbitos públicos de Tolosa y formar a lo largo de sus espacios una importante presencia de escultura contemporánea.
Poco a poco va tomando forma y hoy tenemos obras de Oteiza, Chillida, Bastenetxea y Ugarte. Próximamente, se colocará la de José Ramón Anda. En este sentido, es loable el esfuerzo de muchos de nuestros municipios por dotar de un patrimonio artístico a la trama urbana, ejemplos como Zarautz, Arrasate, Lasarte van encaminados a ello. Este es un país con un elevadísimo porcentaje de creadores en todas las disciplinas y es positivo para todos cuando se da constancia de ello a través de la presencia corpórea en nuestras calles, plazas y parques. Claro está, con el debido asesoramiento de profesionales estéticos. Porque la cuestión no es cuantitativa a la hora de la colocación de esculturas en espacios comunitarios, sino cualitativa.
Y, finalmente, una cuestión importante es el tema del mantenimiento: éste deberá ser concretado en cada caso según las características de la obra, en cuanto a restauración, iluminación, pintura, limpieza ya que las obras de arte en la calle deben ser reconocidas como patrimonio artístico colectivo a conservar y proteger como bien cultural del País.
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