EUSKADI, ARTE Y CULTURA
 

Analizar el complejo y entramado problema político–social–cultural de Euskadi es tarea sencilla y a la vez compleja. Toda una existencia inmersa en una dictadura cultural que pretendía anular las raíces y esencias íntimas de un pueblo, no han hecho mas que de rechazo acrecentar unas ansías liberadoras y anhelantes de nuestra propia identidad.

Aunque nuestra identidad, en muchos de los casos se haya perdido y dividido por los vericuetos fútiles del pseudo-folklorismo.

Estamos en un momento de reflexión y de análisis sereno ante nuestra propia historia y ante la que nos han querido imponer, incidiendo de rebote en nuestras propias actitudes. Como seres cósmicos, como “homo sapiens” ante nuestra propia existencia encadenada y proyectada hacia los demás, hemos contemplado nuestras viejas raíces telúricas, abortadas por la violencia de los años. Hemos mantenido sordamente en el temor, en el rescoldo de nuestros hogares, el escondido fuego en el cual durante tiempo ha seguido siendo la fragua sencilla en la cual forjábamos nuestro presente callado y nuestro futuro luminoso.

Todos los medios de expresión del espíritu como herramientas estelares proyectadas por los senderos del alba de unos amaneceres amordazados, han ido escribiendo su historia a través de sus signos en medio de unos silencios y de unas intencionadas ignorancias. Queremos sacar la voz a la calle, recorrer serenamente a través de nuestros sirimiris, nuestros humos y nuestras nieblas, y de tanto amanecer mortecino. Queremos el fuego de nuestras fraguas, el calor de nuestros hogares proyectándose hacia nuestros valles, nuestros sencillos y bucólicos montes, atalayas de infinito. Queremos volver a golpear rítmicamente nuestras txalapartas y poder decir de valle en valle que aquí estamos. Que nuestra sencilla historia pergeñada de calladas gestas está volcada en acciones y participaciones hacia los demás. Que no es una historia huraña sino identificada con sí misma, que camina con hidalguía hacia los demás. Que hemos derramado nuestra sangre y nuestros sueños en miles de empresas quijotescas, que como decía el clásico somos “largos en hazañas y cortos en contarlas”, que hay un estilo, una actitud de nuestro comportamiento sobrio y sereno. Estilo y actitudes que nos da nuestro “ser así, en sí mismo”. Producto de nuestras viejas raíces, de nuestro entorno, de nuestra lluvia y de nuestros cielos grises y del bronco rayo que raja el firmamento cruzando sobre el valle.

Tenemos nuestra identidad, nuestro norte, nuestra ola y nuestro monte que equilibra y establece un tandem entre lo telúrico y lo esotérico.

Conciencia de nosotros mismos frente al Cosmos y nuestro propio yo íntimo, que nos da un acento, unas características y un estilo que nos define a través de nuestras obras, que no nos separa de los demás sino que nos enriquece como seres, como hombres inmersos en toda la problemática de la pequeñez de un planeta llamado Tierra. Nuestra grafía traducida a través de nuestras creaciones, nuestras actitudes de comportamiento espiritual y estético, se proyectan y enriquecen nuestro contexto cultural. Todos vamos inmersos desde diferentes ángulos, con diferentes herramientas en ese gran carro existencial en el que el pensamiento y la cultura pueden y deben ser uno de nuestros motores, avanzando por los caminos ignorados del pensamiento universal.

Euskadi, encrucijada de culturas y por lo tanto de tensiones, funde en sus crisoles una riqueza de aceros templados por la ignorancia.

El boom de nuestro cercano desarrollo industrial ha convertido nuestra tierra en un gran cementerio de pensamientos, nuestros ríos se transforman en cloacas como sumideros de un potencial económico que crea unas oligarquías mancillando el entorno.

Florece el tornillo por doquier a punto de sustituir la angustia del pensamiento sobre bucólico verde tragado por el asfalto. Todo este desarrollo industrial y económico viene a crear unos estamentos capitalistas y burgueses, con la inevitable secuelas de malos imitadores y reprimidos por querer serlo. Nuestro desarrollo tecnológico se desfasa en un lógico y equilibrado paralelismo entre Materia y Espíritu.

Como siempre son las cifras las que mandan, bailan y hacen bailar a los ojos encandilados de quienes no han respirado el aire puro de las montañas y se han detenido a mirar esas cercanas y lejanas estrellas que nos observan extrañadas.

Quedan al margen, como siempre un grupo de hombres conscientes de su identidad, de su participación y aportación en ese amplio abanico que es la Historia. Gente que a través de su voz, su pluma, su pincel y el escoplo va grabando en la fría plancha de los tiempos, su código, sus signos, su breve historia que será la que consolide y aglutine nuestra pequeña gran historia terrestre. Quienes a través de su medio, de su lenguaje, de su voluntad aportativa hacia la sociedad que les rodea, nacidos o identificados con ella, nacidos o venidos de lejos, pero en la cual han derramado su semen creacional, viven, aman, odian y añoran sobre nuestra tierra, bebiendo nuestra agua todavía fresca y viendo despuntar los amaneceres rasgados de nuestra existencia, laborando en el silencio como un eco repetido de mil vidas en nosotros mismos. Lenguaje y signos del espíritu del hombre que es y siente, se comunica y proyecta a través de su obra para la eternidad.

Huella de hoy, gesto difuminado de mañana a través de las veredas embarradas y tormentosas de nuestra existencia, nuestra afirmación, nuestro gesto a través de nuestras propias palabras, nuestro dar noticia de un universo que nos rodea, de un ser y estar aquí mismo lanzado hacia el infinito.

Nuestros bertsolaris, nuestros íntimos poetas proyectando su voz hacia una gran plaza cósmica. Nuestra literatura, nuestra danza, nuestra voz, nuestros hierros hechos esculturas, jalonando nuestro paso como pueblo que camina a través de sí mismo en una noche de primavera fría ante el péndulo de las golondrinas.

Estamos aquí y ahora como siempre, esculpiendo nuestro silencio, a través de la piedra y el hierro, reseñando nuestros huecos y denunciando nuestro vacío cultural y espiritualmente. Dando fe de lo que está en nuestras entrañas, de lo que nos identifica como seres y como Pueblo, lo que nos conduce hacia los demás y aún a veces a través del desconocimiento y de la ignorancia de nosotros mismos. Porque participamos de un todo y somos muchos en una gran empresa que somos nosotros mismos. Porque estamos aquí y ahora gritamos nuestro silencio y estamos proyectándonos hacia ti y hacia mí a través de nuestros hierros, a través de un poema que se pierde en el vacío. Pero nos afirma y nos contempla todo un pueblo, aunque a veces de lejos y tristemente dividido con sus pequeños clanes y nuestras pequeñas tribus. Y queremos aunar nuestros esfuerzos a través de nuestro Arte, beber de nuestras raíces, navegar a través de los ríos secretos de nuestra tierra y descubrir nuevos mares.

Decir que somos quien somos, no ignorantes de lo que nos rodea, que no cerramos barreras, que no escupimos fuego, que el fuego lo llevamos en el corazón y lo utilizamos para templar nuestros aceros en el silencioso martilleo de nuestros talleres, donde a través de la luz de nuestras viejas y ancestrales lunas, forjamos nuestro presente y nuestro futuro.

 

Volver

 

 

*Oiartzun, junio de 1977