En la panorámica del tiempo ecléctico en que vivimos, cuando la cultura artística de la
postmodernidad se nos representa en un archipiélago fragmentario y disperso de estilos y de
poéticas, está correspondiendo a la escultura ser la adelantada en configurar senderos
precisos por los que transitar compartiendo inquietudes y criterios, intereses y formas que
confieran imágenes de estilo y sentido propio a nuestro presente, a estos años posteriores a la
consumación de las vanguardias en los que se ha planteado, una vez más, a los espíritus
creadores el desafío de mirar el mundo y de practicar el arte con mirada nueva, con
planteamientos originarios y con soluciones innovadoras.
Uno de esos cauces estilísticos que hoy se configuran es el de una escultura interesada en
problemas arquitectónicos, tanto de índole material, formal y compositiva como de naturaleza
espacial. Es decir, que, enlazando con la pureza de las formas geométricas, con el espíritu
racionalista y con la ordenación edificatoria del arte de la constructividad (constructivismo ruso,
concretismo holandés, estética de la Bauhaus), un grupo numeroso de nuestros escultores está
trabajando sobre prácticas inquiridoras de las facultades de definición formal y de expresión
escultórica que tienen los materiales de construcción (yeso, cemento, cañizos, entramados,
viguetas, mampuestos ... ), así como del valor escultórico que entrañan elementos estructurales
y ornamentales del tejido arquitectónico (columnas, plintos, gradas, cornisamientos,
cubiertas,...), cuestionándose también las probabilidades de definir la obra escultórica sobre
criterios del espacio de la arquitectura, así como las posibilidades de construir un diseño de
escultura con sentido distributivo y con técnicas arquitectónicas.
El entendimiento de la propuesta artística que nos presenta Ricardo Ugarte de Zubiarrain
(Pasajes de San Pedro - Guipúzcoa -, 1942), así como el diálogo abierto a que nos incita,
deben establecerse desde esos perfiles apuntados de escultura de nuevos planteamientos
arquitectónicos, pues ¡a obra del más joven de los maestros de la escultura vasca siempre
resulta afín a la arquitectura, tanto en su materia (preferentemente, el módulo de hierro
industrializado) como en su técnica (soldadura eléctrica), tanto en sus criterios compositivos
(sistema ortogonal) como en sus estructuraciones formales (torres-estela), tanto en su enfoque
(el objeto escultórico debe contemplarse necesariamente de una manera parcial, incompleta,
yuxtapuesta, multiplicada y sucesiva, en lugar de ofrecerse desde la visión frontal tradicional, o
sea, la centrada, estática y permanente) como en su valoración del espacio (prevalecimiento
del hueco como espacio medular de la escultura).
POR JOSE MARIN - MEDINA
Crítico De Arte |